Jaclyn Moriarty es la autora de la novela The Year of Secret Assignment, que
recibió el premio de la American Library Association al Mejor Libro para
Jóvenes y que fue seleccionado para la lista de recomendaciones de los editores
de Booklist. Su libro más reciente es The
Ghosts of Ashbury High.
Vive en Sydney, Australia, con su hijo Charlie.
1- ¿Quién es Jaclyn Moriarty? ¿Qué nos podés contar sobre tu vida?
Vivo con mi hijo pequeño Charlie, quien quiere un conejo como mascota, cerca del puerto, en Sídney.
Crecí aquí, estudié inglés y derecho; luego viví durante algunos años en el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Me gusta patinar sobre hielo, andar en ferri en el puerto y comer chocolates y arándanos. Soy alérgica a los caballos y a los gatos. Trabajé de abogada durante unos años, pero lo que realmente me gusta hacer es escribir. Siempre quise ser escritora, desde los 6 años y me hace muy pero muy feliz poder serlo.
2- La grieta blanca salió a la venta hace algunos días en Argentina y México. ¿Qué nos podés contar sobre la historia? ¿Qué te inspiró para escribirla?
La grieta blanca es el primer libro de la trilogía Colores vivientes que se desarrolla en dos lugares: en nuestro mundo y en el Reino de Chelo. Madeleine, la protagonista, vive en Cambridge, Inglaterra y un día encuentra una grieta en un parquímetro que conecta los dos mundos. Ahí empieza a escribirle cartas a un chico que se llama Elliot y que vive en el Reino de Chelo.
La idea de esta historia se me ocurrió cuando vivía en Montreal, Canadá. Un amigo me dio su notebook que tenía una funda de cuero color rojo y un día que nevaba la llevé a una cafetería para trabajar en el libro que estaba escribiendo. Cuando la abrí, me encontré con una fila de lápices de colores. Entonces, en vez de ponerme a trabajar en el libro que se suponía que debía escribir, me puse a dibujar un reino; dibujé a una niña mariposa, un Lago Encantando y montañas movedizas. Le puse el nombre Chelo a ese reino porque me gustaba la palabra “chelo”. Luego de hacer los dibujos, volví a mi trabajo “real” y no volví al mundo de Chelo hasta diez años después.